Augurio de
muerte en el cuerpo joven,
rosa
tempranamente envejecida
en una noche
que pesa, oscura e inhóspita.
Hay un
ritual de dolor y llantos allá afuera
y acá
adentro todo blanco y aséptico en la espera
del corte de
ese filo buscando evitar lo inevitable.
Se corta la
piel, se entra y no hay flores…
sólo sangre
y silencio, silencio y sangre
sin versos
en luz que vaticinen vida,
silencio y
más silencio y los dedos del alma
aferrados al
cuerpo ya vencido,
ese joven
cuerpo como flor marchita
del que
salen pájaros llevándose el hálito
y dejándolo
inmóvil.
Y mi asombro
siempre ante la muerte.
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
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