Allá,
allá fue donde dejé lo fastidioso.
Esos
recuerdos y vivencias desechables
en
un espacio inescrutable,
desfiladero
final, féretro eterno,
donde
nadie podrá ir a revivirlos.
Y
los dejé bien perdidos y tiré lejos la guía
pues
no quiero volver a la tristeza
y
quiero, sí, que mis letras solo apunten
a
la altura de los cielos azulados
y
mis trazos solo tengan la algazara
de
lo que hoy vivo en contento alborozado.
Habrán
sentido alguna vez el agobiante peso
que
quita el aire vital de los pulmones
y
esa opresión angustiante en el pecho
de
sentir que es el último suspiro.
Todo
eso lo he llevado al final despeñadero
a
que muera lenta muerte
que
lenta muerte me han deseado.
Y
también quiero pregurarles si han sentido
latires
felices de tambores
y
ese privativo estado de alma libre
en
que no pesa ni el cuerpo ni pesan los sentires
pues
todo parece elevarse sin esfuerzos
hacia
esos cielos azulados.
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
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