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martes, 18 de noviembre de 2014

LA CIUDAD SE DESPEREZA


Amanece.
Desde lo alto en que yo vivo, terraza en vuelo, veo a la ciudad en su pozo brumoso del que brota, cual fantasma, ese sordo bramido de su despertar. La quietud de la noche se va yendo llevada de la mano por el sol y empujada por impaciencias del gentío por llegar a sus destinos.
En mi admirado contemplar de una rutina citadina, que suele pasar inadvertida en la locura de rutinas, no dejo que se pierdan pinceladas: hay vuelos de pájaros tempraneros, el ulular de una sirena que estremece, el frescor del aire y el perfume con que siempre me acompañan las flores del jardín, ajenas al torbellino.
Amanece y se despierta lo dormido y lo despierto es todo acostumbrado… como ayer o anteayer o todo tiempo de mi existencia plena.

Es la vida que se despereza… es la ciudad que sacude su modorra.




Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014

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