A Carlos María
Un día, el sol brillando,
tomaste de las crines al tobiano
y creciste en mi mirada y en mi
voz
al galope tendido de tus sueños.
Calor de vida, espinillos
dorados,
espina y tala, monte y aguas
sonoras.
Corazón y latidos en los cerros
músculo y sangre y lúcida mirada.
Y un día el cielo se nubló
y fuiste hombre arropando los
espacios
en esa, mi pausa necesaria.
Sin dejar mi cercanía ni mi voz,
fue tu ser brújula y presencia
donde eran obvios genes
ancestrales.
Mi sentir, henchido sintiendo tu
sentir
de orgullo y brillo saturó mi
alma.
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
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