Fui llegando a la luz de mi conciencia
e intuí que el reloj aun dormía
o tal vez había muerto.
No escuchaba su ritmo y sus agujas
no indicaban la hora del sol
que era cielo rojizo.
Mi conciencia, aún aletargada
con ojos abiertos vio el pasado
-tiempo que el reloj le regalaba-
y supo que no había sido un sueño:
la negritud no estaba.
Y el reloj comenzó a marchar.
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
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