Comenzaba
a llover
cuando
la siesta me buscaba.
Yo
miraba en ese instante
-pausa
ardiente-
al
damasco que durante años
volcó
en mi tapia sus ramas
para
mostrarme su verde,
sin
ningún fruto, sin ninguna flor.
Era
una pena estéril de doliente vida.
La
lluvia empapó las ramas
del
contiguo intruso que nunca advirtió
lo
que era la vida plena,
ni
seguramente entenderá el mensaje
del
agua dadivosa en esas horas claras.
No
sé por qué me evado
ni
por qué te atiendo, si eres nada.
Tal
vez me conmovió la lluvia
sacudiendo
tu modorra,
como
otras me mojaron alguna vez
para
volverme a la vida.
Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014
¡Me alegro de que tu obra esté presente para el mundo! Tan bello poema, tan emotivo . Y uno puede leerlos en todo momento . Te felicito poe la obra y el blog, volveré a visitarlo.
ResponderEliminarUna gran alegría encontrarte. Gracias por tus palabras que siempre me llegan.
EliminarEn realidad "el mundo" está bastante acotado y son pocos los que se adentran en mis blogs y dejan comentarios por lo que se hace doblemente importante verte!!
En los blogs es así, no tiene la dinámica de un foro, mucha gente no escribe, pasa y lee y estás en el mundo de alguien por un instante y eso es lo importante.
ResponderEliminarGracias por tu aporte, querida Marimar.
ResponderEliminarMi afecto siempre.